lunes, 24 de noviembre de 2008
Como dice la canción
domingo, 16 de noviembre de 2008
El último panfletorro

La primera parte está colocada para cumplir, muy a la moda en la integración de las «otras filosofías» del tiempo eje, trufada de juicios de valor difíciles de discutir, queda entendido, porque en 347 páginas y con una media de una hoja por autor, no hay para más; la originalidad está en la segunda, 240 páginas, donde se integra, como particularidad, tanto a los clásicos de la disciplina: Comte, Husserl, Hegel, Positivismo Lógico, como al pensamiento obrero (Rosa Luxemburgo, Kautsky, Sorel, Fourier, etc.); el neotomismo, el socialfascismo o la teología de la liberación, lo cual es poco habitual y necesario.
De cualquier forma lo gracioso del libro está en el excurso final en donde se nos muestra bastante de la perspectiva del autor (qué mal está el mundo) e incluso se le hace el psicoanálisis al Hombre (y de paso a Fukuyama) quien, nos asegura Heleno «[...] está cansado, empezando por la civilización de la máquina y la velocidad [¿añora los tiros de mulas Heleno Saña? ¿bañarse en las libres aguas de la Selva Negra en invierno?] creada por él mismo. Cansado de su soledad como de las masas que le rodean [¿masas de cardos borriqueros? ¿de berberechos en vinagre?], de las mentiras que tiene que oír, de las injusticias que tiene que presenciar y hasta quizá de los artículos fabricados en serie que tiene que consumir [yo siempre he dicho que donde esté un buen calentador de gas natural hecho a mano y con repujados que se quite tó]. Tampoco es feliz, aunque no lo admita y se obstine en creer, con el charlatán Francis Fukuyama, que vive en el mejor de los mundos posibles [ay, este Francis, qué traviesillo]» (p. 344-345).
Tras este análisis revelador que es de todo menos sucinto a pesar de que ocupa 20 páginas infumables, nos espera la conclusión, el elogio de la filosofía de este santo para quien: «[...] no es un lujo o artículo de moda, sino un valor eterno situado más allá de los altibajos y vaivenes históricos. ¿De qué nos sirve hoy, [¡coma!] la Filosofía? Entre otras cosas nos sirve de consuelo cuando estamos invadidos por la tristeza o la pena [¿?] [...] También nos ofrece compañía en las horas de soledad [¿¿??] [...] Los filósofos -muchos de ellos por lo menos- pueden convertirse en nuestros mejores y más fieles amigos [¿¿¿???], y lo que ellos nos comunican puede, a su vez, darnos la paz interior que el mundo externo tan a menudo nos niega [...] Sin su ayuda no llegaremos a comprender nunca del todo lo que somos, adónde vamos y cuál es el sentido último de nuestro paso por la Tierra [...] y cuanto más antigua, más alto es casi siempre su valor» (p. 346-347). En fin, no creo que haga falta una exégesis de semejantes posturas, sólo remarcar que el resultado es, en contra de sus pretensiones, que la historia de la filosofía es la historia de las doxai, las opiniones de este o aquélla y por lo tanto estamos ante un gallinero y no en el huerto bien cultivado de un hortelano filosófico; y, por otro lado, que su vida da un poco de grima a pesar de formar parte de esa ciudad de Dios de los que leen a Platón o a Séneca, pues se me asemeja, bien mirado, a la de quienes lloran cuando llegan al orgasmo de su triste paja.
Fotografía: www.elpais.com/fotografia/ensayo/ensayista/Heleno/Sana/elpfot/20070127elpbabens_4/Ies/
De cualquier forma lo gracioso del libro está en el excurso final en donde se nos muestra bastante de la perspectiva del autor (qué mal está el mundo) e incluso se le hace el psicoanálisis al Hombre (y de paso a Fukuyama) quien, nos asegura Heleno «[...] está cansado, empezando por la civilización de la máquina y la velocidad [¿añora los tiros de mulas Heleno Saña? ¿bañarse en las libres aguas de la Selva Negra en invierno?] creada por él mismo. Cansado de su soledad como de las masas que le rodean [¿masas de cardos borriqueros? ¿de berberechos en vinagre?], de las mentiras que tiene que oír, de las injusticias que tiene que presenciar y hasta quizá de los artículos fabricados en serie que tiene que consumir [yo siempre he dicho que donde esté un buen calentador de gas natural hecho a mano y con repujados que se quite tó]. Tampoco es feliz, aunque no lo admita y se obstine en creer, con el charlatán Francis Fukuyama, que vive en el mejor de los mundos posibles [ay, este Francis, qué traviesillo]» (p. 344-345).
Tras este análisis revelador que es de todo menos sucinto a pesar de que ocupa 20 páginas infumables, nos espera la conclusión, el elogio de la filosofía de este santo para quien: «[...] no es un lujo o artículo de moda, sino un valor eterno situado más allá de los altibajos y vaivenes históricos. ¿De qué nos sirve hoy, [¡coma!] la Filosofía? Entre otras cosas nos sirve de consuelo cuando estamos invadidos por la tristeza o la pena [¿?] [...] También nos ofrece compañía en las horas de soledad [¿¿??] [...] Los filósofos -muchos de ellos por lo menos- pueden convertirse en nuestros mejores y más fieles amigos [¿¿¿???], y lo que ellos nos comunican puede, a su vez, darnos la paz interior que el mundo externo tan a menudo nos niega [...] Sin su ayuda no llegaremos a comprender nunca del todo lo que somos, adónde vamos y cuál es el sentido último de nuestro paso por la Tierra [...] y cuanto más antigua, más alto es casi siempre su valor» (p. 346-347). En fin, no creo que haga falta una exégesis de semejantes posturas, sólo remarcar que el resultado es, en contra de sus pretensiones, que la historia de la filosofía es la historia de las doxai, las opiniones de este o aquélla y por lo tanto estamos ante un gallinero y no en el huerto bien cultivado de un hortelano filosófico; y, por otro lado, que su vida da un poco de grima a pesar de formar parte de esa ciudad de Dios de los que leen a Platón o a Séneca, pues se me asemeja, bien mirado, a la de quienes lloran cuando llegan al orgasmo de su triste paja.
Fotografía: www.elpais.com/fotografia/ensayo/ensayista/Heleno/Sana/elpfot/20070127elpbabens_4/Ies/
sábado, 15 de noviembre de 2008
Una y otra vez y para siempre

sábado, 8 de noviembre de 2008
La montaña, la puerta
martes, 21 de octubre de 2008
Él lo sabe

Hace dos días fue a buscarme a lo que desde su punto de vista es un destierro y me trajo de vuelta a la lluvia salada, al otoño húmedo de Gijón y se desnudó conmigo para entrar en la cama donde nos mecemos entre el ánimo y el calor.
Ahora, después de la comida, deambula por la habitación cogiendo el bolígrafo y los apuntes, toma postura en el sofá, enciende un cigarro y bucea entre hojas de derecho administrativo. Yo le miroNota: imagen obtenida en http://www.flickr.com/photos/lentaslagrimasnegras/2528008515/
lunes, 8 de septiembre de 2008
Aire se levanta

Las gaviotas no cantan, es un decir, entre los edificios. Mirando a El forastero misterioso siento un aleteo especial, una sensación breve de vértigo. Lo tomo y confirmo durante toda la mañana que los cuentos infantiles son leche templada, la necesaria ideología para la vida de los infantes: normas para vivir. Twain se despacha a gusto, desde su particular metafísica de liberal del Mississipi, y nos da lo mismo porque junto a él se respira, como junto a Satanás en el libro, bienestar, alegría. No sé a vosotros, a mí me sedujo con Tom Sawyer, con Adán y con Eva y de vez en cuando regreso y lo busco, para que me cuente cuentos. Twain fue un gran viajero, un aventurero como Sawyer, quizá sea hora de recoger los bártulos, nunca es tarde, de seguir el rumor del viento. Me lo llevo en el bolsillo.
miércoles, 20 de agosto de 2008
Sol y jardín
El verano llega siempre tarde y es a la postre insuficiente porque quiero sol todos los días. En junio, entre sombras de luz y tardes de lluvia caliente llegó a mis manos el libro de Chris Stewart, Entre limones, que no leí hasta principios de agosto porque las lecturas se me agolpan en la estantería como una cal, acumulándose, que amenaza con hundirla y ahogarme entre palabras desordenas, frases hechas e historias vueltas a recorrer. Admiro del autor varias cualidades que he encontrado en muchos otros anglosajones: la sencillez en el discurso, la falta de pretensiones, unas veces rea
l y otras bien fingida, y el humor fino como un riachuelo que refresca y alegra a partes iguales. No es Gerald Brenan, no. Me da la impresión de que sólo buscaba en España, en Andalucía más bien, el sol, el paisaje, el agua y la fruta, un edén donde crecer y multiplicarse. Brenan, en cambio, además de lo dicho, encontró literatura e historia, san Juan y laberintos. Por otro lado, Brenan terminó sus días arruinado, salvado por suscripción popular de un final gris y húmedo en un asilo de Inglaterra, mientras que Stewart ha conseguido que entre todos le paguemos su cortijo, pues al éxito de Entre limones le ha seguido un año más tarde El loro en el limonero, y olé. Pues nada, que yo emprendí viaje a mi peculiar paraíso del sur, a Cáceres, en donde no he tenido que escalar montañas con una burra portando mis enseres, ni tampoco he removido tierra alguna, ni la de mi huerto salvaje ni ninguna otra para plantar pimientos o criar ovejas. No. A mi me ha venido a recibir el señor de la casa y me ha llevado en coche hasta la puerta y ahora, después del gazpacho y de mirar amparados este cielo despejado y roto por la luz de las estrellas, sentados en el jardín, me acuerdo de vosotros, os echo quizá de menos pero no os envidio un ardite.

jueves, 31 de julio de 2008
Fábula de agosto

En la calle Corrida hay un bonito edificio históricamente dedicado al comercio, los Almacenes la Sirena estuvieron allí (según la inscripción conservada) y hoy vive en él una pequeña parte de la riqueza del gran Amancio.
En cierta ventana, una fabularia pareja: la gaviota y la paloma. En el momento en que las miro, la segunda picotea en el alféizar y observa el coso urbano, como toda su especie come; la primera... juraría que piensa. Y decide. Lanza su pico en pos de la mirada, parte el cuello de lo que ya es un alfeñique que aletea mecánicamente entre estertores de fin.
El día discurre, los astros giran y la gaviota acomoda su presa con buen juicio. Como si fuera un mamífero escoge llevarse de allí su bocado de entremañana y alza el vuelo; no grazna, claro, se aleja con elegancia. Me acerco al mar, al oleaje, paseamos los tres, los astros giran.
Nota: imagen obtenida en http://www.ojodigital.com/foro/flora-y-fauna/86479-gaviota-detalle.html
martes, 8 de julio de 2008
Ayer
He vuelto. Regresaba por aquí, obligatorio, de una comida con la familia y decido desviarme unos minutos. Dentro de la general desolación del verano, de las dos de la tarde de julio, paseo entre los edificios y los parques descuidados de esta ciudad-jardín soñada por un franquismo travestido. Es feo este barrio donde me crié. Cuando llegamos sólo había dos tipos de construcciones para las viviendas: torres de baldosa amarilla, de cuatro o de nueve pisos; bloques marrones de adoquín, de seis. Veo, el hospital donde nací, destacando con su blanco poluto, presidiendo las vidas de todos; los barracones de obra para los primeros cursos de la EGB hoy desaparecidos, el colegio público para mayores de ocho años. Dos bajos comerciales, el edificio de asociaciones y el hogar del pensionista, las piscinas descubiertas. Veo mi antigua torre que sigue basculando, hundiéndose en la acera, poco a poco; la placa de rojo yugo y flechas rojas, el césped salvaje que hay bajo mi ventana parece extrañamente regular a pesar de los años en los que lo horadamos construyendo carreteras y garajes. Percibo el sonido ambiente, coincide con el de antaño: vehículos que discurren por la carretera de Oviedo, por los túneles que nos han de sacar del estrecho valle en cuya esquina se ha construido Riaño, Villa para residentes. Ahora también, la autovía minera, a Gijón, abraza el otro flanco de la población, después de haber reducido a recuerdo la carretera antigua. Esta discurría a la vera del palacio del marqués de Riaño, de Camposagrado, bajo un túnel de álamos hasta el río, oscuro y muerto, frontera con «la mancha verde más grande del valle», como le gustaba recitar a mi padre. A pesar del abandono aparente, de la extrañeza porque el paisaje ya no es el mío, presiento el calor tras las paredes. No es el de antes, ya digo, ni siquiera en mi torre vive la misma gente. ¿Cuántos quedarán? Ayer advertí que en ciertas conversaciones con mi madre los desaparecidos y los muertos van quedándose, de rondón, más tiempo, copan más espacios en la programación. Los vecinos de entonces pueblan las palabras, aún los recuerdo a todos. Recitamos uno por uno los pisos y rellenamos huecos repintando sobre el olvido del otro: yo citaba a los niños, mis amigos, ella a los mayores y ambos a los jóvenes. Jorge y su hermano Alberto; Iván y su abuela; Maricusa y su marido, también Ernesto, su hijo, se hizo actor con el tiempo y hoy quizá lo envidio. Se internaron pronto en el curso alto del río y apenas nos hemos vuelto a ver. Rosana y Roberto en el segundo, al otro lado de nuestra pared. Manuel, Madalena (así, sin la g, porque eran de Jaén) y Manuela, su madre, en el tercero. También Mario y Vanesa; Isaac, Simeón, Mariola; Liberto, Patricia; Juan Esteban; Isaac y su hermano; Gabriel (Grabiel para indígenas) y Fran, el pequeño; Teresa; Ánguela (fonética); Fernando, que se fue pronto a La Felguera; Aitor; David y Marta. Entre todos dábamos sentido a ese portal maloliente, al parque de los columpios, a los muros del colegio, al verano tirados en el asfalto del aparcamiento, jugando a las chapas, al fútbol, descansando en la carretera o gastando al baloncesto, lo que duró, en la canasta frente al colegio nuevo, sobre los barracones. Con los años creo que entré en todas las casas y todos conocieron la mía y se quedaron, aunque la común siempre fue la calle y creo que la memoria. Hoy he vuelto aquí, he paseado entre los edificios haciendo rozar al corazón con el pasado: saltó alguna chispa de ternura, alguna de dolor, alguna risa y permanecieron así, mezcladas y suspendidas en la atmósfera del valle hasta que salí, bajo los montes, hacia la bahía de Gijón y se disolvieron.
martes, 1 de julio de 2008
Martes botánico

sábado, 14 de junio de 2008
Leche templada

El primer aparato del que tengo memoria estaba en casa de mi abuela, en la cocina. Ella encendía la radio por la mañana y escuchaba la SER mientras limpiaba la casa, preparaba la comida y cumplía, en fin, con su destino tal y como dios o Franco lo habían dispuesto. Bajábamos la chiquillada el sábado a desayunar, café con leche claro en tazones de transparencia turbia, mientras escuchábamos música o el informativo y todo eran parabienes para el verbo elegante, sin manías aún, de Felipe González al que dejábamos siempre con la palabra en la boca. Luego el cassette para los cuentos infantiles con música de Los cuadros de una exposición, quién lo iba a decir que cuajara tan bien con El flautista de Hamelin.
Y por fin el vinilo, en los ochenta con las torres de música, cuando entró en mis casas. Con mi madre llegó la ópera: Verdi, Puccini, Bizet y Mozart (bien es verdad que optó, prurito de permanencia y calidad, por un buen equipo de la entonces aún realmente existente Unión Soviética); con mi padre (más pop, digamos, en todos los sentidos) la voz triste como los años setenta de Rosa León cantando por Aute a Jaime Gil de Biedma: «Es la lluvia sobre el mar/ en la abierta ventana/ contemplándola descansas/ tu frente/ en el cristal/ Imagen/ de unos segundos/ quieto/ en el contraluz/ tu cuerpo/ distinto aún/ de la noche/ desnudo», (versifico según dicción, oigan); o también aquella otra, cómo era... «Con una mano escribo/ y con la otra abro/ las páginas de un libro/ aquí está/ la palabra que busqué/ tantos años» y luego «Latino más liberto/de Colliure (ahora lo entiendo y lo escribo correctamente)/ rosa sonora entre las impasibles/ violetas/ sepulcrales/ aquí dejo caer/ calladamente/ sobre la tierra/ la palabra más tuya». Descubro hoy que la segunda tiene letra de Caballero Bonald gracias a la página de la propia Rosa a quien, obviando su pinta de misionera, de cristiana de base o monjita post conciliar no puedo rechazar por su voz y aquellos días. Y también estaba, ahí quería yo llegar: Serrat.
Sí, con la separación, con la torre de música, llegó la compra de discos por catálogo y el directo doble de 1984. No he escuchado toda la discografía del circunspecto catalán del clan de la tortilla (obsérvese la ocurrente comparación con los emboscados de Suresnes) pero aquí está un hito en la carrera de Joan Manuel, escúchese. Entre todas las canciones hay una que me viene muy al caso y donde se dice: «Nos empeñamos en dirigir/ sus vidas/ sin saber el oficio/ y sin vocación/ les vamos transmitiendo/ nuestras frustraciones/ con la leche templada/ y en cada canción/ niño/ deja ya de joder con la pelota...» y tal.
Hoy recordé estos versos en la librería cuando una madre muy de Vetusta me consultaba acerca de la conveniencia de llevarle un libro del Pequeño Vampiro, colocado en la sección de nueve a doce años, para su hijita de siete que, sin embargo, era, según me aseguraba, muy espabilada. Yo le comenté que no debía preocuparse porque la letra no es muy pequeña e incluye dibujos pero no, ése no era el problema sino el contenido, que claro, no estaba estipulado para mentes tan frágiles, interpreté. Y es que, vete tú a saber si no mostrará como normales cosas no aprobadas por la santa madre, como, yo qué sé, mezcolanzas de churras con merinas, o de manzanas con manzanas o de ¡peras con peras y la liamos! porque una cría tan joven es muy maleable y a lo mejor nos sale... ¡socialista! o ¡puta! Si es que ya no hay con quién tratar, oigan, ni de quién fiarse.
Nota: La clasificación final ha sido múltiples veces contratada en mi personal experiencia y en la lectura esporádica de periódicos y confirmada en otros medios de comunicación visual. Resulta obvio que todas aquellas posiciones políticas que no sean las del PSOE no son consideradas como posiciones políticas por estas buenas personas que tienen siempre la razón de su parte y que últimamente las vienen definiendo, sin despeinarse, como terroristas. Desde luego las categorías «socialista» y «puta» no pueden ser consideradas en absoluto como excluyentes y también desde luego todas las mujeres terroristas son putas, en el sentido dicho.
lunes, 9 de junio de 2008
Mediterráneo

sábado, 10 de mayo de 2008
Sur sonoro

Pero la guitarra virtuosa, la voz rasgada, entraron de verdad en mi vida con los aires de la juventud, viajando entre Sevilla y las playas de Chipiona y Rota. De tan tópico parece mentira. Íbamos, creo que lo recuerdas, a ver el mar del sur y sonaba el flamenco firme, claro y cabal de Moraíto Chico, De grana y oro; sonaba la guitarra argentina de Quique Paredes en la cima de su legado escaso De maera. Nos los llevamos impresos en una cinta de cassette y grabados, batientes, en la aurículas y los ventrículos del corazón. También sonó, en casa, cenando discusión y medias sonrisas que intercambiábamos presos de la hilaridad, el segundo de Vicente Amigo, Vivencias imaginadas, justo antes de despeñarse con Poeta hacia el más absoluto ridículo.
Todos estos testimonios los perdí con el tiempo y la dejadez y los fui recuperando luego, con esfuerzo, entre las ráfagas de soledad del verano de Bruselas. Allí recogí además para mis alforjas las Esencias flamencas de Morente a quien vimos en el Campoamor, haz memoria, al borde del colapso emocional, detrás de la línea de los gitanos (tal vez los mismos que tiempo después se indignaron por Omega, olvidando la Misa flamenca o Sacromonte, trabajos capaces de provocar temblores y urticaria al más puro entre los puros). También el directo del gran Paco en Estados Unidos: sentado con él en el alféizar de mi ventana abierta a rue Royale, vi el paseo de santones musulmanes, de árabes y de rumanos. Y luego Carmen, La antología de la mujer en el cante, sentada en el Antiguo Instituto, fresca, cumplidora, abriéndonos los pulmones a su gemido. Sí, también Camarón, tan utilizado, me regalaste, antes de las gafas y el acuario, la antología en tres volúmenes, las letras a mano que aun conservo.
Hubo más, claro, Eva Durán, acurada y talentosa; Raimundo Amador, analfabeto y genial, en directo; Nono García y Pedro Javier González, con destellos dignos; Camilo y Tomatito. También muchas decepciones que mejor tocamos otro día. Mientras os escribo esto, las gaviotas y las nubes han dejado la mañana hecha unos zorros, no llueve pero no luce, y escucho esperanzado a Víctor Monje, Serranito, su Virtusismo [sic] flamenco, y vuelvo a respirar algo de esa santa y sensual tranquilidad, un ápice al menos del rumor de las fuentes de mi vida aquí.
Imagen: portada del disco de Víctor Monge Serranito.
lunes, 5 de mayo de 2008
Shooter: individualismo iluminado

Una y otra vez vemos reiterado el esquema: los ingredientes varían, las combinaciones existen, por supuesto, pero cada vez repite más el plato. Terminamos de ver la película Shooter: el tirador. Un ex militar, uno entre cuatro elegidos capaces de acertar en un blanco a nosecuantos kilómetros de distancia, vive en el bosque a lo Thoreau pero con pipa. Un militarote le toca la vena sensible y lo convence para volver a la actividad luchando por lo más importante: la patria (de la libertad). Todo era un engaño, sin embargo, y él la carnada expiatoria. Pero consigue escapar para hacer Justicia. Pues sí, Justicia. La debilidad humana, dice otro de esos cuatro bendecidos con un ojo profundo, es el mayor enemigo del Hombre mismo. Y en la cinta, a lo largo de las peripecias de un crujiente Mark Wahlberg, vemos como esa tara metafísica corroe el significado de palabras como libertad o justicia hasta convertirlas en algo peor que nombres sin referencia: su sentido es justificación del asesinato y el atropello. La guerra de Irak, se dice, fue por el petróleo: el Poder es el mínimo común múltiplo, el ingrediente de todas las salsas de la corrupción. Los tribunales de justicia del país de la libertad, vemos, fracasan estrepitosa, torpemente. ¿Soluciones? Un hombre, un varón imponente iluminado por la bombilla de Dios que hace lo que tiene que hacerse, al margen de la ley, desde luego de cualquier ley humana, ejecutor, bello y trágico. Leo en El País que a Sean Penn le gusta conducir por las carreteras de Estados Unidos durante días. Recuerdo al antimilitarista Thoreau, buscando el contacto con lo salvaje en las tierras de Emerson. Veo a John Wayne disparando, a Neo y a Morfeo clamando por la divina elección en Matrix. Y concluyo que necesito una manzanilla, antes de que algún listo determine que mi cara o mis costumbres son reflejo del mal del mundo, de la gula o la depravación; que el error se arregla pegando cuatro leches; que lo que este mundo necesita son un par de bienpuestos.
jueves, 1 de mayo de 2008
Gijonesismos de temporada

En los jardines hay dos zonas de bancos muy delimitadas y comprobamos in situ lo que ya veníamos sospechando: los ancianos y los yonkis comparten y se reparten la misma zona, los segundos más cerca del centro de salud por razones obvias, aunque, advertimos, nuestros mayores están empezando a consolidar su posición y a avanzar por entre las líneas pactadas. El futuro es suyo, así que, o se mudan los marchitos tempranos o se sueltan los vejetes por el terraplén de la heroína ahora que ya no es tiempo de nada o, lo que es lo mismo, ya que es tiempo de cualquier cosa. La vida es bella y extraña.
Imagen: obtenida en www.asturiasverde.com El lugar de que os hablo se encuentra al final de la pasarela a la izquierda, como enseguida habréis adivinado los naturales.
El sol del sur

miércoles, 26 de marzo de 2008
Biblioleninismo

Imagen: Lenin, en plan seductor
jueves, 20 de marzo de 2008
Cuando la piel es sólo eso

Para curar heridas y con el mejor ánimo desde este blog con título tan de fiesta drag les hacemos un homenaje a quienes caminan por el lado equivocado de la acera (sobre todo a quienes se protegen del flagelo), a quienes, en fin, discurren sexualmente por donde les da la gana y no preguntan cuál es el lado bueno, a este y al otro lado de los Pirineos. También aprovecho para saludar a mis padres que me estarán leyendo y para dedicarle esta entrada al Buzo que siempre lo agradece.
Imagen: es la imagen censurada de la campaña contra el VIH en Francia, obtenida de la noticia de El País que se enlaza más arriba.
miércoles, 12 de marzo de 2008
Teología de piedra, espuma de esencia

«Debo decirle que yo no soy español. Soy catalán, aunque ciertamente "estoy" español. Y usted conoce perfectamente la diferencia entre el verbo ser y el verbo estar. Además, deje que le diga que los catalanes no tenemos nada en contra de nadie, máxime en contra de los otros pueblos del actual Estado español. Por una razón más que evidente: la mayoría de nosotros tenemos las raíces familiares en Andalucía, Castilla etc.».
Esta respuesta vale un millón por su claridad, porque no estamos acostumbrados a declaraciones tan meridianas, ni tan medievales ¿Qué significa esto, en fin? pues ni más ni menos que: la catalanidad es esencial mientras que la hispanidad es existencial, dicho de otra manera, la esencia está de parte de Cataluña pero la contingencia de España. Mañana mismo Barcelona podría ser la capital de la provincia más austral de Francia y entonces el señor Tardá continuaría siendo catalán pero estaría francés. Coordínese lo dicho con las ideas de nación (esencial) y estado (existencial, recipiente o cárcel de pueblos) y ya tiene el tinglado montado. Pero claro, sólo en el caso que tratamos, la carga de profundidad consiste en que el estado catalán sería la guinda necesaria, la espuma de la esencia; como España es sólo existencia, el estado resulta una superestructura huérfana, si nos entendemos, porque no descansa sobre una verdadera nación histórica.
Joan Tardá nos ofrece una bonita clave para interpretar su a ratos incomprensible discurso recurriendo a modelos de la teología medieval católica y yo no quiero aburriros hoy criticando el asunto. Me queda la duda no obstante de saber de dónde le viene a la madre Cataluña esa ejemplar pureza y necesidad frente a la yerma y vacua España (estado español en puridad) y de dónde (sino del idealismo más antiguo) la idea de que las naciones políticas son previas a los estados. Otro día lo discutimos, pero agradezcamos entre tanto a Joan Tardá su vetusta, pétrea claridad (y su bigote, tremendo ¿verdad?).
Foto: obtenida de la página http://www.esquerra.cat/locals/?id_article=2907
domingo, 9 de marzo de 2008
Dulce muerte

Foto: «Atardecer playa San Lorenzo» de Miguel Prado obtenida de su página http://www.miguelprado.com/galeria/index.html
viernes, 7 de marzo de 2008
Biología multinacional

Pero hablábamos de posesión. Sí. La empresa en su medio tiene un solo fin, ganar dinero, con mejor o peor talante. Cuando la criatura engorda y crece comienza a afirmar en su fenotipo conductual lo que su génesis implica: dominación del nicho biológico, eliminación de competidores, destrucción de las barreras interespecíficas: el desorden del orden capitalista que los barbudos denunciaran en su día y que la ciencia ficción ha tratado de modo tan prolífico.
Dan ganas de creer en Dios: mejor leerse el último premio Biblioteca Breve (como anestesia, tú sabes).
Imagen: BCE Place Galleria Toronto Panorama 2002, de Calatrava. Obtenida en http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:BCE_Place_Galleria_Toronto_Panorama_2002_cropped.jpg
miércoles, 27 de febrero de 2008
Semejante al paraíso

Imagen: Biblioteca Pública de Almería (febrero 1955). Obtenida en www.juntadeandalucia.es
miércoles, 20 de febrero de 2008
Gusto a tajo de cuchillo

viernes, 15 de febrero de 2008
Dinámicas de grupo

Acabo de participar en mi primera dinámica de grupo. Dice el periodismo nacional que después de su eclipse tras los sesenta las performances están de moda otra vez. Que el debate de si es arte (de Arco) o mero teatro está en boca de todo el mundo (¡esas risas, coño!). Ignoran, seguro, que la psicología de la empresa lo emplea todos los días en la selección de personal, de recursos humanos. Diez, doce personas alrededor de una mesa, midiendo sus técnicas, sus estrategias, buscando el papel principal tanto como la yugular de quien se acerca: acecho, ataque, miedo, retirada y sonrisa, todo nos hermana con nuestra milenaria familia y genera fáciles metáforas etológicas. El éxito todo lo justifica y nos permite volver a ser morales, el fracaso todo lo justifica y nos permite escupir contra nosotros o contra el sistema. Todos reíamos como hienas, pero qué bien olíamos, oye.
Imagen: fotograma de la película El método, dirigida por Marcelo Piñeyro en 2005
viernes, 1 de febrero de 2008
¡Ketchup!

Soluciones arriesgadas
Pero la máquina, a pesar de lo que pueda parecer, no se para. De hecho, a juzgar por las declaraciones de la cadena en su nota de prensa, será difícil que la franja de sobremesa aguante la nueva propuesta que pretende «cruzar nuevas fronteras en el lenguaje televisivo con un nuevo proyecto que sea capaz de acercar a los espectadores la información de sociedad» tal y como extracta El País en su pieza «"El tomate" echa el cierre». Así pues tenemos una propuesta tremendamente arriesgada y un timonel dispuesto a llevar a cabo la proeza de reventar las costuras de la televisión. El programa «de corte familiar, animado y amable, pegado a la actualidad y con la presencia de rostros populares» y que de ninguna manera «renunciará a la información del corazón, aunque desde un punto de vista distante y desde el respeto» llevará sobre sí el potente título de «Las tardes con Fernando y Soseki». El gigante de la comunicación que lo guiará no es otro que Fernando Sánchez Dragó (y su gato, Soseki, que llenará nuestras tardes de... ¿cariño? Bueno, eso es lo que dice Fórmulatv tras someter al redactor o la redactora al visionado del programa piloto, aventuramos).
Evidencias
Desde este medio informativo no queremos entrar, a pesar de todo, en la encarnizada guerra declarada entre quienes consideran el cierre del Tomate positivo «porque no aportaba demasiado al panorama televisivo» y quienes lo ven mal «porque era un programa entretenido a pesar de todo» tal y como recoge el diario El País en su objetiva y familiar encuesta. Sin embargo, sí nos ha llamado la atención la argumentación tan currada de Telecinco para justificar el cierre del «rey de la sobremesa». Sobre todo después de saber que, de hecho, «el espacio es líder de su franja de emisión con un 21,5% de la audiencia, 2,6 puntos sobre TVE 1 (18,9%) y 9,1 puntos por delante de Antena 3 (12,4%), una posición que ha mantenido a lo largo de 991 emisiones sobre las más de 1.200 jornadas en las que ha salido a las ondas.» según Público, vaya por Dios.
La explicación o cómo morir de éxito
El Tomate es ya una leyenda: «cruzaron límites, traspasaron fronteras antes intocables y enfadaron a muchos para demostrar -ojo al dato- que otra información era posible». Pero no solo eso, «pasaron de hablar de los personajes de siempre a inventar personajes de hoy, subieron los colores a la prensa rosa, decidieron no casarse con ningún famoso, inventaron una nueva forma de administrar la información», pero no es suficiente, al contrario. Después del fracaso de los cambios introducidos en el programa para recuperar la audiencia perdida que los colocó en la primera posición de su franja horaria, es decir, que los mantuvo (según informa Fórmulatv), la cadena que será del buen gusto a partir de ahora prevee que «la audiencia lo pedirá pero no repetirán», en un acto de valentía que sin duda les honra, como a las monjas. Y la cadena remata en el artículo de cabecera de su especial: «No se trata de un hasta luego -aseguran- sino de un adiós definitivo. ¿Por qué negarse a un posible después? -se preguntan-. Pues porque será más divertido seguir creciendo e inventando. Es un buen momento, ahora que otras teles están copiando la "fórmula tomatera" para seguir imaginando la televisión de pasado mañana.»

Foto Tomate: Telecinco
Foto Dragó: 20 Minutos
jueves, 31 de enero de 2008
He visto al Ángel

Raúl González Blanco tiene un nombre bastante vulgar, para qué engañarnos; nació, ya lo sabes, en San Cristóbal de los Ángeles, distrito de Villaverde, en el Madrid austral de las fábricas, del desarrollismo ruinoso y de las inmigraciones. Fue destino de Extremadura y La Mancha y Andalucía y Murcia en los sesenta, el barrio que, al decir de la Wikipedia, se convirtió desde su misma concepción en un experimento evolutivo. Como lo oyes. Explicaba el paleontólogo Stephen Jay Gould que la forma más convincente de entender el cambio evolutivo supone una población aislada y pequeña, sometida a presión ambiental fuerte, así la variación adaptativa individual se propaga con velocidad e intensidad suficiente como para ser integrada por todo el grupo que, en consecuencia, sobrevive y crece. Parece que el aislamiento sempiterno de Villaverde y su condición de agujero de la desposesión obraron el milagro y, allí, como en un portal abierto a la noche y la historia, nacieron Raúl para el fútbol y Dioni Martín para Camela y la música nacional.
Sin embargo, algo salió mal en la deriva evolutiva, o quizá es que, como dicen desde el materialismo, las fuerzas de la evolución se escacharraron hace algo más de dos mil años para los primos del mono. Raúl González debutó con el primer equipo del Real Madrid a sus diecisiete y salió para siempre del distrito de Villaverde. Se convirtió por méritos propios en uno de los mejores deportistas de la historia del fútbol español y se encuentra, según la FIFA, entre los cien mejores jugadores vivos del mundo.
Pero la joven estrella parece también un hábil político, jugó para ser el mejor y también a convertirse en el alma del Madrid. Para ello se ha unido a esa otra, más colectiva, del fondo sur del Bernabéu desde donde amonestó al político Gallardón por pretender preservar la piedra de una diosa que les pertenece. Sobre todo a ellos, a quienes no nacen pero, una vez hechos, así mueren. Casado con princesa de largas piernas, se ha convertido en modelo de lo bueno y de lo bello. Su club lo sabe y, como otros antes, le ha ofrecido ser su imagen y quedarse en él para siempre, donde quiera y como quiera (informó Telecinco).
Lo que la evolución, motor inmóvil, ha creado, se lo ha llevado el dinero. En lo que va de Villaverde a La Moraleja, se vislumbró, una vez más, lo que va de la biología al capitalismo. Como te lo cuento.
Foto: EFE
sábado, 19 de enero de 2008
Qué será de Antonio Vega

El beso de oriente
Existe una técnica muy antigua, que se aplica en múltiples campos, y se usa desde que nos vestimos, o puede que antes, y que podríamos resumir con el «tú repite que algo queda». No es como el «tira que libras» o el «patapún p´arriba» (variante activa de la anterior) de origen más restringido, creo yo, de raigambre muy ibérica y, en consecuencia, de uso común en todas nuestras instituciones. La diferencia está en que con la segunda, nos ponemos delante de una forma de vida, un retazo de brillantísimo iberismo, más que de una técnica a secas. Así que os traigo una foto muy curiosa que acompaña a una noticia también muy curiosa aparecida en Chinadaily y que os enlazo

Puede que, de tanto verlo, acabemos por obviarlo (por cierto, como los pillen sus deudos ya pueden ir pensando en emigrar más allá de la muralla y en cortarse el pelo, claro).
Nota: fotografía de Ly Fangyu
viernes, 4 de enero de 2008
Platón ha muerto
A principios del mes de diciembre del año pasado, parece que fue ayer, me pedía el Buzo aclaración sobre el trasfondo filosófico de la película La brújula dorada (me tiene en mucho, ya se ve). Le llamaba la atención el asunto de los daimonion (démones), palabro históricamente desarrollado en la Grecia clásica y muy relevante en la filosofía de ¡¡Platón!! (ya oigo el golpear seco de cabezas desmayándose sobre los escritorios). Seré breve ¡no me sufran, diablo!
Aclaro que este texto puede desvelar parte de la trama, no me metan un paquete, oigan. Aclaro también que la niña de Dios (dicho sea en tono coloquial) no viaja a un mundo donde el personal lleve consigo un daimon, sino que vive en un mundo tal. Por otro lado, la institución llamada Magisterium es el trasunto de la Iglesia Católica que, como todas las iglesias, aprovecha su papel de mediadora espiritual universal para hacer política. Si has pensado, lector, que los démones ejercerían ese papel de mediadores al estilo de ¡¡Platón!! (!!!!aaaarrrggg¡¡¡¡) vas mal. Dicho rápidamente: esas formas materiales-espirituales son el alma (casi nada) de cada quien que se muestra así como es en un sentido muy religioso. Si eres una persona servil y adocenada, tu alma será un perro faldero. Si valiente y orgulloso, y además te van las bajas temperaturas, un irbis. Etcétera. Resulta también interesante que siendo las almas humanas animales, los animales no tienen alma (he aquí la demarcación antropológica), aunque hablen y beban güisqui (el alma de un oso acorazado es su coraza, su función; el determinismo anglosajón que retorna). Hay otras cosas graciosas pero cortemos antes de que se produzcan derrames cerebrales irreversibles.
¿Qué tiene esto que ver con Platón? Pues no mucho, la verdad. Lo demónico antes de nuestra era y en la cuna de nuestra civilización hace referencia a la divinidad (Homero) o a divinidades de rango inferior (Hesíodo) o, finalmente, a la descendencia de los dioses (!!Platón¡¡ -¡¡¡yaaarrgghh!!). Esta información la saco, no de mi privilegiado cráneo, sino de la edición de M. Martínez Fernández en Gredos de El banquete. En el último caso, la cuestión se complica porque la elaboración que se hace en El banquete de Eros (Amor) es mucho más rica: es mediador entre quienes aman (y vaya si aman porque desean la inmortalidad procreando en la belleza) y la belleza misma. El colofón está en que Sócrates puede ser interpretado como ese fulano capaz de hacer parir cosas bellas, no en el mundo de las ideas, precisamente. Dice ¡¡Platón!! (¡¡¡nooooooo!!!): «¿Y qué es lo que le corresponde [al alma concebir y dar a luz]? El conocimiento y cualquier otra virtud [...]. Pero el conocimiento mayor y más bello es, con mucho, la regulación de lo que concierne a las ciudades y familias, cuyo nombre es mesura y justicia». Únase esto al mito de la caverna, a la liberación de los esclavos que duermen sin saberlo y advertimos que lo mejor que podemos hacer con la brújula dorada es tirarla al váter. Última anotación, el libro, a pesar de la ideología un tanto sombría que se adivina, es entretenido: pasado por el filtro de Hollywood obtenemos otra conquista del oeste.
Y no me lloren ya más, carajoo.
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