
Comíamos el menú del día tras nuestra particular fiesta democrática en un bar del Carmen; antes habíamos tomado un vino y paseado por un Gijón espléndido, vestido de agua de lluvia e iluminado por nuestro sol de invierno primaveral, tan inestable como respirable. A nuestro lado un grupo de amigos comía y de entre ellos, una mujer mayor tuvo un mareo. Perdió la conciencia y se acostó sobre el banco del restaurante. Hablamos con el servicio de urgencias que le recomendó agua y descanso mientras se recuperaba. Amante del Quantró y de dormir desnuda, reposaba a la larga entre muestras de cariño y conversaciones, comíamos y bebíamos y en ese momento habría sido bello y hasta natural fallecer sin más. Entre gente querida y risas, con vino, con niños. Hoy he pedido un deseo, sin espanto. Algo hermoso en un día electoral estólido, metálico y previsible. Hoy por hoy no sólo la muerte es inevitable, también el aburrimiento y el resultado electoral.
5 comentarios:
Panorama político aburridísimo, pero mucho. Y luego además feo, rancio... Algunos dicen que es porque ahora se vive bien. Yo creo que no, a no ser que contemos como nuestro el patrimonio de nuestros padres (en el mejor de los casos). Pero claro eso de asumir a la familia como parte de la individualidad es un poco así...
No es un problema de asumir a la familia como parte de la individualidad en abstracto, sino en lo concretito de la asignación mensual o en la comidita del fin de semana. Se le sube rápido la metafísica Neleb.
Ohh pero si es Gijón! ^___^
Sí, sí que lo es.
Mi caaasaaaaaa.......... xDDD
(bueno, en realidad no se ve, xo bueno, trito trito... ^^)
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