lunes, 8 de septiembre de 2008

Aire se levanta

Se ha levantado un poco de aire salado y fresco, entra por mi ventana abierta, con el ímpetu del Sol esta mañana, revolviendo la habitación. En las películas de ciencia-ficción y de fantasía todo comienza así: hojas caídas que se animan, rumor molecular de materia en movimiento, aire en fin empujando cabellos que se desordenan y de pronto, una puerta espacio-temporal vomita una comitiva de marcianos, de divinos seres y naves espaciales, un coche, un visitante.
Las gaviotas no cantan, es un decir, entre los edificios. Mirando a El forastero misterioso siento un aleteo especial, una sensación breve de vértigo. Lo tomo y confirmo durante toda la mañana que los cuentos infantiles son leche templada, la necesaria ideología para la vida de los infantes: normas para vivir. Twain se despacha a gusto, desde su particular metafísica de liberal del Mississipi, y nos da lo mismo porque junto a él se respira, como junto a Satanás en el libro, bienestar, alegría. No sé a vosotros, a mí me sedujo con Tom Sawyer, con Adán y con Eva y de vez en cuando regreso y lo busco, para que me cuente cuentos. Twain fue un gran viajero, un aventurero como Sawyer, quizá sea hora de recoger los bártulos, nunca es tarde, de seguir el rumor del viento. Me lo llevo en el bolsillo.