miércoles, 6 de enero de 2010

El oído a las raíces

No recuerdo dónde, ni cuándo. He leído en algún periódico que cierto meteorito -del que recién tenemos noticia- podría haberse cruzado con la trayectoria terrestre y provocado la destrucción del planeta, y la suya propia, en una colisión final. Nos salvamos, como se suele decir, por el pelo de un calvo. Visto al cabo del viaje parece determinación lo que hace muchos millones de años comenzó por azar, quizá lo fuera. Y tanto trabajo común, tanta sangre removida, para mejor ver el fin. Quizá mañana.

Si Juan José Heredia, Niño Josele (1974) hubiese nacido hijo de Emilio Botín, a buen seguro sería, con un poco de ojo, director de Banesto; pero nació en la Almería flamenca, aprendió de su padre, de Paco de Lucía y de Tomatito y hoy, apoyado por Javier Limón y Fernando Trueba metido a flamenquista, hace y deshace a su gusto, con sus dedos, sobre las cuerdas del día. Puso, pues, su vida en el flamenco, e inició una trayectoria de 36 años (Calle ancha, 1994; Niño Josele, 2003; Paz, 2006; La venta del alma, 2009) que aplicando el oído a las raíces produjo este meteoro bautizado Española.

El tema que da título al trabajo lo compuso el pianista McCoy Tyner (1938) en su día acompañante de Coltrane: hispanismo musical. El resto cae de la mano del tocaor. El jazz se lleva su parte en un conjunto nacido de varias raíces para romperlas y hacerlas estallar en la verdadera fusión. No estaba en sus planes, él hace su trabajo, construye su vida por vía flamenca, pero lo escuchamos y estoy seguro, el corazón arde con el sosiego de una estrella, en larga y sostenida transformación.