jueves, 31 de julio de 2008

Fábula de agosto

Lucía ayer el sol por la mañana y quien esto escribe caminaba indeciso entre la vida y la muerte, socialmente quiero decir. Un cadáver conocido languidecía en el tanatorio, la hija de un amigo respiraba en la playa.
En la calle Corrida hay un bonito edificio históricamente dedicado al comercio, los Almacenes la Sirena estuvieron allí (según la inscripción conservada) y hoy vive en él una pequeña parte de la riqueza del gran Amancio.
En cierta ventana, una fabularia pareja: la gaviota y la paloma. En el momento en que las miro, la segunda picotea en el alféizar y observa el coso urbano, como toda su especie come; la primera... juraría que piensa. Y decide. Lanza su pico en pos de la mirada, parte el cuello de lo que ya es un alfeñique que aletea mecánicamente entre estertores de fin.
El día discurre, los astros giran y la gaviota acomoda su presa con buen juicio. Como si fuera un mamífero escoge llevarse de allí su bocado de entremañana y alza el vuelo; no grazna, claro, se aleja con elegancia. Me acerco al mar, al oleaje, paseamos los tres, los astros giran.

Nota: imagen obtenida en http://www.ojodigital.com/foro/flora-y-fauna/86479-gaviota-detalle.html

3 comentarios:

tomatita dijo...

No le pillo la moraleja, compañero.

Buen Sur dijo...

Nada muy profundo: que la vida sigue y que prefiero pasear por la playa que por el tanatorio (hasta que no me tenga). Y que la moral natural es un buñuelo y la escatológica, otro. Vale. Por cierto que tenemos pendiente un paseo, o algo.

tomatita dijo...

Vaya, todo livianito, como el verano!!!!
De todas formas se agradecen las explicaiones.

Y sí, nos quedan unos cuantos paseos pendientes, ya sabes, sólo tienes que silbar.