domingo, 26 de septiembre de 2010

En la frontera (y VIII)

Foto: Castelo de Vide (Castillo de la Vid o también conocido como Castillo de la Tierra de la Vid) en la tronera.

En la frontera (y VII)

Foto: fachada salvaje dentro de la muralla

En la frontera (y VI)

Foto: parte del frontal de la Igreja Nª Sra. da Alegria (1638)

En la frontera (y V)


Foto: tópica imagen de una calle dentro de las murallas del castillo (siglo XIV)

En la frontera (y IV)

Foto: puerta de la Igreja de S. Joâo Baptista, de 1349 y ss. siglos.

En la frontera (y III)

Foto: puerta de la Igreja Matriz de Stª Maria da Devesa (1749). Sin poder ver los interiores, nos conformamos con las puertas. Esta, situada en la Praça de D. Pedro V

En la frontera (y II)

Foto: lo primero es lo primero. Esta es la segunda terraza en la que nos aposentamos y segunda ronda de cafés y pasteles. Sin tiempo para fotografiar el menú increíble (el bizcocho de naranja, el de de crema y cabello de ángel, el hojaldrado, etc., etc.).

En la frontera

De un golpe de capricho salimos como flechas a la frontera, a ver el otro lado. Estas son algunas cosas que vimos e hicimos.


Foto: desde el coche, hacia Castelo de Vide (Norte Alentejano)

jueves, 29 de julio de 2010

Versolátigo

Recuerdo: una sala cuadrada y pequeña, un armario empotrado, una ventana. Las otras dos paredes sostienen muebles de madera, dos extremos compuestos de armarios y, entre ambos, librerías más arriba de mi cabeza. De hecho necesito una silla para subirme. Los hizo Samuel.

Papel pintado, de flores, como enormes repollos azules. En el armario empotrado está la coca-cola de dos litros que mi madre no me deja probar. No tengo fuerza para abrir el tapón de metal así que consigo hacerle tres agujeros con una punta y un martillo. Cuando me apetece, muy a menudo al principio, me echo unos tragos al coleto. Aunque esto quizá fuera más tarde, después de que mis padres se separaran.

En una de las estanterías varios ejemplares de la colección Letras Hispánicas. Uno es de Juan Ramón Jiménez, luce una rosa en la portada y no lo entiendo. Otro se presenta «Blas de Otero. Verso y prosa. Edición del autor». Es el primer libro que abro y leo por propia voluntad. De la primera página cuelga la etiqueta de la «Librería Xana. La Nalona, 3-Telf. 692016. Sama de Langreo». La letra inconfundible de mi padre informa entre otras cosas de la fecha (6-XII-79) y del precio 140 [pesetas]. El primer poema que abre, tras una introducción de cinco líneas que nos informa de todas las ciudades y países en los que había vivido el poeta, dice, hacia la mitad:

Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres
arrodilladas en sus delantales,
este es el sitio
donde enterraron un gran ramo verde
y donde está mi sangre reclinada.

Días de hambre, escándalos de hambre,
misteriosas sandalias
aliándose a las sombras del romero
y el laurel asesino. Escribo y callo.

Nada que ver la sugerente portada, por colorista, de Mauro Cáceres, con el contenido. De siempre se me figura un caserón vasco (que ediciones posteriores han sustituido por una imagen más urbana, hoy vigente). Cuando leí, sentí como un chasquido o un trueno, un redoble de conciencia. Cuando llegué a Ancia ya iba preparado, pues Verso y prosa es una antología. En los índices he marcado, con los años, varios poemas de mi gusto. Incluso uno me aprendí para recitárselo a una amiga; a mis amigos, hablo en general, no les gusta la poesía. Apenas lo tocamos en el instituto. Cuando escuchaba a Paco Ibáñez siempre me saltaba los versos de Blas de Otero, qué desgarro (Me llamarán, nos llamarán a todos./ Tú, y tú, y yo, nos turnaremos, en tornos de cristal, ante la muerte.). Pido la paz y la palabra (colección El Bardo, de Lumen) fue lo último. No se puede estar sufriendo todo el día, al menos hay que cambiar la postura. Hoy me traigo la novedad de Galaxia Gutenberg, Hojas de Madrid con La galerna. Edición completa con más de un ciento de poemas inéditos. Lo remiro y vuelvo a temblar: es el sonido, húmedo de sangre, de un verso certero.

martes, 27 de julio de 2010

Yuyu en retroalimentación

Lo que más miedín puede dar de las declaraciones reproducidas por Público a partir de la noticia aparecida en Rolling Stone de Diego Manrique

«La dirección de RNE me ha ofrecido que el programa deje de emitirse interrumpiendo mi contrato y que vuelva al cabo de unas semanas con un contrato nuevo en el que pierdo todos mis derechos adquiridos. Además me lo han explicado como a un niño, diciéndome que sólo eran unos días de vacaciones.»

El yuyu no es nuevo, la verdad, esto ya lo hacían entre el personal de los supermercados (e intuyo que lo seguirán haciendo) desde la transición. Claro que ahora le tocó al de la coleta (si la conserva) y sale en portada. Pero en fin, amén del cariño que le profeso como oyente al pobre de Manrique, sólo cabe darle una palmada en la espalda: bienvenido al club, ya estás en casa, cómete ahora la papilla y me eructas por la ventana. Y, chaval: sobre todo no molestes.

sábado, 24 de julio de 2010

Cuestión de tiempo

Mientras los grandes se masturban en España con Libranda, resulta que, como siempre, hay alguno que rompe la disciplina. Para el caso: El Chacal. Según Público este señor, uno de los agentes literarios más importantes del mundo, se va a pasar a las editoriales (el artículo habla mucho de editores, curioso) por la piedra, negociando directamente con plumillas para vender los textos por Amazon. Tres cuestiones al respecto: Carmen Balcells ya hace algo parecido en España; segundo: la plataforma Libranda lo es de los grandes grupos editoriales españoles, así que cuando el asunto rompa, supongo que se dedicarán a vender desde Internet sin intermediarios (cosa que Planeta ya hace con Casa del Libro, sin ir más lejos); tres: por estructura, empresas de otros ramos, tal y como amenazaban no hace mucho, entrarán en el gallinero a por su parte del pastel, léase: Telefónica, que con Movistar figura ya entre los distribuidores de Libranda. Consecuencias: echarán del negocio a aquellas distribuidoras que no dependan de esos mismos grupos editoriales y, para sí, apenas una restructuración de personal. Exigirán además de la ministra de cultura que cuelgue de la plaza mayor a los piratas que hacen uso non sancto de la red. Las librerías sobrevivirán como reductos para las víctimas de la brecha digital y amantes de la disciplina anticuaria. Andrew Wylie no es, como se ve, el único cánido de este predio, quizá el más rápido.

Imagen: obtenida de la noticia de Público

jueves, 10 de junio de 2010

Islandia mítica

Arnaldur Indridason: historiador, periodista, crítico literario y cinematográfico. Islandés y autor de la saga cuyo protagonista es Erlendur Sveinsson (su nombre significa «forastero» y se crió en el campo; el apellido, aclara el traductor, es un patronímico, según costumbre de la isla). Dedica su tiempo a trabajar y leer sobre personas desaparecidas, cubiertas de olvido. Vive, además, atormentado por el pasado del que nacen una hija toxicómana, un hijo alcohólico, una esposa puro odio, un hermano muerto. Un tiempo siempre presente en las tres novelas traducidas hasta el momento (La mujer de verde, Las marismas, La voz) y de textura subjetiva. De hecho, si no me equivoco, para Indridason, lo que sucedió no depende nunca de una estructura, ni tampoco el resultado lo es, sino de un trauma, un acto fatal, un error que el agente de ojos grises hace aflorar en un recinto de átomos llamado Islandia. Las tramas tienen pues, un regusto cotidiano como de culebrón o de sección de sucesos en el telediario (violaciones, violencia de género, abuso contra menores). Al fin, no parece que haya compasión en Erlendur (algún crítico citaba esta como su característica principal), semeja mejor impotencia porque lo que fue no muta y lo que es pesa como kilos de nieve.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Ya están aquíii

El Gobierno abre la puerta al copago en la sanidad pública

El ministerio estudia la posibilidad de que el paciente sufrague parte de los servicios que recibe

Según informa Público

http://www.publico.es/espana/315480/gobierno/abre/puerta/copago/sanidad/publica


Nos encontramos, así se desprende de las declaraciones de la ministra Trini Jiménez, ante un reto que ha estado sobre la mesa del Ministerio de Sanidad desde que el mundo es mundo y la democracia, española. Pero «ahora no es hora de introducir nuevos elementos en el debate» (esperamos, sin duda, una señal y menos rimas). Para la consellera de Salut catalana, Marina Geli del PSC, una solución paliativa para los problemas de financiación sanitaria sería cobrar un euro por consulta (en cuyo caso las personas mayores y de rentas más bajas pagarían más). Como estamos ante un gran reto del siglo veintiuno que exige creatividad y frescura, yo les sugiero la confección de unos bonos descuento a la altura de los tiempos. Una tarjetita con banda magnética y diseño impactante que nos permita fichar a la entrada de la consulta y nos devuelva el cincuenta por ciento del pago si visitamos diez veces al urólogo y sólo un veinticinco si accedemos, al menos, a dos consultas distintas. Se premiaría así la fidelidad de los usuarios y animaría a todo el mundo a disfrutar de los productos y servicios que la sanidad pública ofrecería a sus mejores clientes. Además, podrían sortearse premios en forma de descuentos en otras empresas con las que previamente se hayan establecido acuerdos para, por ejemplo, estancias en el monasterio de Veruela que permitan atajar la tuberculosis como si de una aventura se tratara en un entorno histórico de gran belleza y con lecturas de poemas de Bécquer tres veces al día; o en productos exclusivos de menaje hogareño, verbigracia: en un magnífico kit de sangrías que nos permitan recuperar lo mejor de la tradición en la cura de las enfermedades modernas. Sin descartar tampoco grandes ahorros en su seguro de vida con descuentos de hasta un veinte o incluso un treinta por ciento en cirios pascuales y responsos por el alma de aquellas personas, Dios no lo quiera, que culminen su viaje por este valle de lágrimas en las mejores manos. Y es que morirse en la sanidad pública va camino de convertirse en la experiencia de tu vida. Ya estás ahorrando, palabra de Trini.

Imagen: obtenida en la misma noticia

sábado, 1 de mayo de 2010

Vinos y días

Ya sé que te has leído a Hesíodo, ya sé que el título es un arreglillo pretendidamente canalla pero, me parece, no luce mal. Además como se cruza, lo has visto ¿eh? con lo de Edwards pues yo creo que está como Dios. Y seguro (seguro) que ya se ha utilizado. En fin, que me da igual y quería hablar de otras cosas.

Hoy, día del trabajo, la feria del libro antiguo y de ocasión de Ponferrada abría, en la plaza de Fernando Miranda que destaca por sus terrazas abarrotadas por el Sol cenital. Escuché la sonada de la CGT, les firmé un manifiesto ecologista con un bolígrafo en funda de palo (hay que ver qué poco futuro) mientras hablaban de un fulano que ha hecho un estudio sobre la incidencia del cáncer en la zona o yo qué sé. De no creer, con todo el respeto.

En la feria había variedad, esperable, y lo que me interesaba un poco caro. De todos modos siempre hay algo que embolsarse, sobre todo ahora que el trayecto de la librería al trapero se ha hecho tan corto que te encuentras a menos de diez, libros que tú aun tienes a diezytantos en la estantería. Lo mío: el Rodríguez Lenin sobre Gabinete Caligari por los viejos tiempos (con una foto de portada en que parecen chaperos de a veinte sin condón); El mito del carácter nacional de Julio Caro Baroja que es un regalo a cuatro euros en edición de 1970 y por probar, sin mucho ánimo, Si los muertos no resucitan de Philip Kerr.

Como somos cuatro aquí, me encontré con unos colegas y asentamos nuestros reales en una terraza de las dichas, a la sombra caliente. La montaña aún nevada, que aquí es el mar, refrescando los cuartos traseros. Un Peique para acompañar el pincho de tortilla y unas risas por Jardiel Poncela; anécdotas de libreros («Esta es una librería de libros ¿no? Sí, señora. Así que sólo tenéis libros. Sí, señora. Gracias.» Verídico) y qué mierda El nombre del viento y qué basura Dan Brown. Ya en casa un arrocete con tomate y ajo y un M de Luna Beberide 2008 que está de muerte por seis euros.

Felicidad, o algo así.

lunes, 26 de abril de 2010

El hispanista español

Tras la feria del libro me reincorporo al trabajo para encontrarme con un pedido espectacular de obras de don Manuel Fernández Álvarez (el «don» por la pasión). Para mi sorpresa, la biografía de Cervantes, que echaba de menos porque parece que Shakespeare está más vivo que nunca y el alcalaíno cada vez más enterrado: la enviaron rebajada. Luego, dándole vueltas, lío uno más uno: Delibes con Fernández y, efectivamente, el 19 de abril el historiador se convirtió en finado.

Digo que me encantó su libro sobre Carlos V, el césar y el hombre. Se lo robé a mi padre y él me llevó a ver Yuste y todo el viaje le di el coñazo con sus fechos y fazañas, con genealogía. Su lomo en la estantería. Hoy cada vez estoy más convencido (desde una ignorancia en historia del XVI sólo comparable a la que luzco acerca del resto de la historia de mi país) que el hispanismo del austria es sólo el consuelo, un hermoso sueño para este divulgador que creo se merece el rótulo que le aplica Tereixa Constela en su necrológica en El País: el gran hispanista español. Otro menos.

Foto: Bernardo Pérez en El País.

jueves, 25 de marzo de 2010

Hijo de Thompson

No me ha hecho falta leer más que la reseña de la contraportada para que los pelos de los brazos se alzaran como lanzas electrificadas. Un movimiento anfibio los ha recorrido hacia el recuerdo. Como volver a casa, cerrada y húmeda. Han pasado diecisiete años desde que se publicara por primera vez en español. En Hijo de la ira: «Desinhibido de cualquier atadura, Thompson culmina su carrera con una novela repleta de símbolos, de violencia y de sexo.». Sensacionalismos aparte, esto es el verdadero horror y no los mormónidos hijos de Drácula. Cuando lo termine lo cuento.

lunes, 22 de marzo de 2010

El agua de mi casa


El otro día volví a Gijón, al dentista, tenía un permiso y aproveché para revisar piños y visitar al chaval que está de aquella manera por las malas posturas... en fin. Me acerqué a Paradiso a cumplir con el ritual, comimos en El Rioja y paseamos un poco. Entre los libros y las lentejas y antes del vino (me he aficionado al del Bierzo y al pretérito perfecto) salimos a la playa que en Gijón se esconde tras la muralla de edificios y por eso, a mí, siempre me da como vértigo tanto horizonte repentino. Tiré algunas fotos con el móvil. De vuelta a la comarca y al descargarlas advierto que no es la primera vez que me traigo la playa hasta aquí. No se aprecia la luz exacta, sin orgullo paleto lo digo, el día era más claro, los dorados no se muestran como fueron. Aun así me gusta, por todas las veces que desemboqué en esta arena, la mitad traída de no sé sabe dónde, por las obras del puerto. Allí estuve contigo, también contigo. Hablamos de cine o yo qué sé, paseamos y cegamos los ojos contra el cielo, en el frío del verano, en el sopor del otoño de marzo probamos la sal. ¿No te acuerdas?

Foto: del autor. Playa de San Lorenzo, desde la escalera 3. Gijón. 19 de marzo

domingo, 21 de marzo de 2010

Aquí, donde el cielo nos toca (XIV)

Foto: del autor. San Pedro del Vaticano, recovecos del cielo cielo. 13 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (XIII)

Foto: del autor. En algún punto de la Galería de los mapas, Museos Vaticanos (el cielo también tiene pilares, no solo cúpulas). 13 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (XII)



Fotos: del autor. El Apoxiomenos (por delante y por detrás): «copia romana de la primera época imperial (s. I d.C.) del original en bronce de Lisipo del año 320 a. C. aprox., hallada en el Trastevere en 1849. El atleta, al salir del gimnasio, con el rascador en la mano izquierda, limpia del polvo y del sudor (en griego apoxyein = limpiar) el brazo derecho extendido. La mirada, desconcentrada y opaca por el esfuerzo, se dirige hacia lo lejos: es la imagen de un vencedor, no en el momento de los honores, sino "después", cuando lo agobia el cansancio. Lisipo, escultor también del retrato de Alejandro Magno, no quiso representar a los hombres tal como son, sino como se presentan individualmente, en cada instante fugaz (Plinio, Naturalis Historia, XXXIV, 65). Inv. 1185.» según la Dirección de los Museos en la Guía de los museos y de la ciudad del Vaticano; Ciudad del Vaticano: Edizioni Musei Vaticani, 2005, 44-45. Tal vez, lo seguro: el mejor trasero de Roma. 13 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (XI)


Foto: del autor. El ángel del Castell de Sant´Angelo triunfando sobre los paganos, luchando contra los infieles, frente a los elementos o por liberarse (opción abierta por la malvada perspectiva del enfoque). 12 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (X)

Foto: del autor. El Gálata moribundo (un caído) en los Museos Capitolinos. 11 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (IX)

Foto: del autor. Los ojos de Homero en los Museos Capitolinos. 11 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (VIII)

Foto: del autor. Cielo de los Museos Capitolinos. 11 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (VII)


Foto: del autor. Criaturas terrenales en Via Cavour. 11 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (VI)

Foto: del autor. Cielo de Roma según Bernini en Sant´Andrea al Quirinale. 10 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (V)

Foto: del autor. Cielo de Roma según Borromini en San Carlino alle Quatro Fontane. 10 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (IV)

Foto: del autor. La lluvia y el viento desbaratan el primero de varios paraguas en Via Firenze. 9 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (III)

Foto: del autor. Vuelve el hombre y el cielo bajo el Arco di Tito. 8 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (II)


Foto: del autor. Monumento a Vitorio Emanuelle II, ángel acompañante sobre una columna. Piazza Venezia. 8 de marzo

Aquí, donde el cielo nos toca (I)

Foto: del autor. Proyecto para una escultura, un poema, una canción sobre un viaje a Roma. 7 de marzo

sábado, 27 de febrero de 2010

Con las manos


Bajo el huracán, por el puente azotado, me animé a subir al teatro Bergidum, para rendir homenaje a un asturiano de nacimiento (berciano de corazón) y de nombre Nicolás Solana.

Nació durante la guerra (creo que en el 32), en Mieres, y como todos los hijos de su hija, la posguerra, pasó mucha hambre. Quizá por eso emigró con su familia a León donde estudió el pintor sus primeras letras. Finalmente recaló en Ponferrada y decidido a transitar los caminos del arte, difíciles y menesterosos, pudo aprender en Madrid, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con un discípulo de Sorolla. De su maestro, cuyo nombre no recogí (soy casi analfabeto en historia del arte) aprendió según sus palabras todo lo que sabe, y con él, la paleta colorida de la escuela valenciana. Con eso y sus modelos (Velázquez, Rembrandt y, por supuesto, Picasso) regresó a la capital del Bierzo donde realizó ya toda su obra adulta, fundiendo su vida con el pulso de la ciudad. Dedicó y dedica una muy importante parte de su tiempo a la enseñanza y goza del favor del Instituto de Estudios Bercianos, la escuela de cerámica de la ciudad y el grupo de teatro Conde Gatón que le propusieron para el premio.

La ceremonia fue amenizada por Conde Gatón que ofreció parte de su nueva obra, y que, a pesar de los malos presagios surgidos de la introducción, consiguió arrancar carcajadas en el cierre. Precisamente al final dedicaron al pintor el mayor elogio: amigo del Conde Gatón. El alcalde de la ciudad (un virtuoso de la comunicación que consigue no menos de una foto diaria en los dos periódicos de la zona) hizo las veces de maestro de ceremonias y leyó un discurso varios de cuyos párrafos pueden leerse aquí. La intervención del premiado valió tanto como más de la mitad de la historia del arte contemporáneo en la ciudad y merecería fijación.

Según Nicolás Solana, he aquí su declaración de principios, él pinta porque le gusta, y sobre todo, aprecia el momento de enfrentarse a un lienzo en blanco, comenzar a plasmar una idea, un motivo, cualquier cosa y ver cómo se expande, cómo toma forma, entre sus manos. Y recomienda la luz del Bierzo.

Foto: obtenida en Bierzotv.com

miércoles, 6 de enero de 2010

El oído a las raíces

No recuerdo dónde, ni cuándo. He leído en algún periódico que cierto meteorito -del que recién tenemos noticia- podría haberse cruzado con la trayectoria terrestre y provocado la destrucción del planeta, y la suya propia, en una colisión final. Nos salvamos, como se suele decir, por el pelo de un calvo. Visto al cabo del viaje parece determinación lo que hace muchos millones de años comenzó por azar, quizá lo fuera. Y tanto trabajo común, tanta sangre removida, para mejor ver el fin. Quizá mañana.

Si Juan José Heredia, Niño Josele (1974) hubiese nacido hijo de Emilio Botín, a buen seguro sería, con un poco de ojo, director de Banesto; pero nació en la Almería flamenca, aprendió de su padre, de Paco de Lucía y de Tomatito y hoy, apoyado por Javier Limón y Fernando Trueba metido a flamenquista, hace y deshace a su gusto, con sus dedos, sobre las cuerdas del día. Puso, pues, su vida en el flamenco, e inició una trayectoria de 36 años (Calle ancha, 1994; Niño Josele, 2003; Paz, 2006; La venta del alma, 2009) que aplicando el oído a las raíces produjo este meteoro bautizado Española.

El tema que da título al trabajo lo compuso el pianista McCoy Tyner (1938) en su día acompañante de Coltrane: hispanismo musical. El resto cae de la mano del tocaor. El jazz se lleva su parte en un conjunto nacido de varias raíces para romperlas y hacerlas estallar en la verdadera fusión. No estaba en sus planes, él hace su trabajo, construye su vida por vía flamenca, pero lo escuchamos y estoy seguro, el corazón arde con el sosiego de una estrella, en larga y sostenida transformación.