lunes, 28 de diciembre de 2009

Pero tú no me hagas caso

Llueve tanto, tanto, tanto que he bajado la persiana por no verlo y no llorar. Y como la receta me había dado tan buenos resultados anteayer, he vuelto a tentar la vía del flamenco pa´ que me salve. Y tiré por Vicente Amigo, Paseo de Gracia (2009), por ver si su mágica guitarra evitaba tanto naufragio divino: no siempre se acierta. Vivencias imaginadas (1995) fue para mi como un cuchillito (por metaforizar según conviene) que aún conservo clavado y sangra cada vez que, como un amo perverso, le ordeno (PLAY) toca, (PLAY) toca otra vez, al reproductor. Vicente siempre obedece, qué remedio, y consigo todas las veces, recuperar algo de esa alegría y su descubrimiento. Poeta (1997) resultó un espadón, dos premios de la música en la sección dedicada al flamenco se llevó, concedidos por la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música (SGAE y AIE). Bien por recuperar a Alberti pero el maridaje con orquesta, de Falla a esta parte, sólo lo consiguió (claro que tú no me hagas caso) Alberto Iglesias para Hable con ella (con Vicente Amigo a la guitarra, mira por dónde).

Lo que no le había escuchado a Vicente Amigo es tanto punto pop: Alejandro Sanz («Y será verdad...»), Niña Pastori («Amor de nadie»), Lin Cortés («Autorretrato») refuerzan la tendencia, pero también Enrique Morente participa. La integración de la guitarra eléctrica, los violines y la percusión del siempre solvente Tino di Geraldo suman, no sustraen, al tachún-tachún. Muy respetable por otro lado. El autor, por si acaso, declara en su página web: «Algunas canciones están pensadas para ofrecer mi música a otro público, pero aunque a veces algunos ritmos huelan a pop, el que está detrás tocando soy yo, un flamenco. Y el flamenco es una forma de expresión, un sentimiento, no sólo tocar por soleá o por bulerías». Con todos los respetos esto no parece muy cierto: que Manolo Caracol se coma unos espaguetis no los hace más flamencos, ni lo serán menos porque me los coma yo. Y viceversa: yo cantaría mal flamenco, pero flamenco al fin (claro que tú, no me hagas caso).

Algunos pasos, por ejemplo en «Azul corinto», muestran al tocaor que conocemos desde hace quince años, ensimismado, vuelta y vuelta, y vuelta otra vez. Quizás «Luz de la sombra», con un estribillo que es como un latigazo de sueño recurrente contenga, sí, el punto genuino y a la vez novedoso, me parece, que se espera de un maestro y de este en concreto. La voz de Parra, asiduo colaborador, y Estrella Morente cuando se envereda por «De caramelo son tus labios» en el último corte («La estrella») dan perfil a un virtuoso disco de pop aflamencado que ha llenado esta tarde de burbujas y de peces, eso sí, fosforescentes. Pero tú, ni caso.

No hay comentarios: