lunes, 26 de abril de 2010

El hispanista español

Tras la feria del libro me reincorporo al trabajo para encontrarme con un pedido espectacular de obras de don Manuel Fernández Álvarez (el «don» por la pasión). Para mi sorpresa, la biografía de Cervantes, que echaba de menos porque parece que Shakespeare está más vivo que nunca y el alcalaíno cada vez más enterrado: la enviaron rebajada. Luego, dándole vueltas, lío uno más uno: Delibes con Fernández y, efectivamente, el 19 de abril el historiador se convirtió en finado.

Digo que me encantó su libro sobre Carlos V, el césar y el hombre. Se lo robé a mi padre y él me llevó a ver Yuste y todo el viaje le di el coñazo con sus fechos y fazañas, con genealogía. Su lomo en la estantería. Hoy cada vez estoy más convencido (desde una ignorancia en historia del XVI sólo comparable a la que luzco acerca del resto de la historia de mi país) que el hispanismo del austria es sólo el consuelo, un hermoso sueño para este divulgador que creo se merece el rótulo que le aplica Tereixa Constela en su necrológica en El País: el gran hispanista español. Otro menos.

Foto: Bernardo Pérez en El País.