El otro día me pasé por la librería de mi vida una vez más porque no soporto las traiciones ni los corporativismos estrechos, futboleros, y me compré -lo digo sin amaneramiento, creedme- las Obras escogidas de Lenin en Progreso. Ya veo que alguna (quizá alguno) se desinfla con un inmenso suspiro y dibuja una mueca de «me parto de risa, ya estamos otra vez». Pero es lo que hay tovarisch (no sé cómo se escribe el plural, si existe, cómo se coloca el femenino). En fin, digo que compré los tres tomazos y ahora los miro con cierta duda. Recorro los índices donde aparecen escritos titulados tal que así: «La guerra y la socialdemocracia de Rusia», «Séptimo congreso extraordinario del PC(b) de Rusia», «Seis tesis acerca de las tareas inmediatas del poder soviético» y otras cosas por el estilo y me invade una tremenda sensación de incapacidad, de melancolía previa, como de bucle. En cualquier caso, lo más llamativo es que, para los responsables del Instituto de Marxismo Leninismo adscrito al Comité Central del PCUS, es más importante leer «¡La patria socialista está en peligro!» que Materialismo y empiriocriticismo. Me reservo conclusiones apresuradas y aprovecho para constatar que El estado y la revolución ha sido publicado en Alianza Bolsillo con una introducción que no tiene desperdicio. Creo que aún no se ha escuchado el estrépito final de la caída.
Imagen: Lenin, en plan seductor